La importancia de cuidar tus pies

La importancia de cuidar tus pies

El pie posee una compleja estructura ósea compuesta por 26 huesos, 33 articulaciones, 107 ligamentos y 19 músculos, que no solamente soportan el peso corporal, sino que son imprescindibles para desplazarnos. 

La piel del pie es distinta de la del resto del cuerpo ya que a pesar de tener una gran cantidad de glándulas sudoríparas ecrinas no posee glándulas sebáceas. Además, su epidermis tiene mayor espesor, lo que le ayuda a realizar una doble función de amortiguación y de evitar el rozamiento.

A pesar de la importancia que tienen, son los grandes olvidados. Debemos de cuidarlos de igual forma que realizamos nuestra rutina facial o corporal. Una correcta higiene y cuidado nos ayudarán a evitar las múltiples afecciones fruto de las continuas agresiones a las que están expuestos. Pero, ¿sabemos cómo cuidar correctamente nuestros pies?

  1. Lavado diario con agua templada y jabón suave (ligeramente antiséptico y desodorante), cepillando suavemente las uñas. Frotar con piedra pómez cualquier zona de piel endurecida. Utilizar un rascador especial de pies para la eliminación de callosidades y zonas ásperas.
  2. Secar bien y comprobar si hay lesiones en la piel, sobre todo entre los dedos y en las zonas donde, los zapatos ejercen presión. Comparar ambos pies para detectar cambios. Si se observan callos, verrugas, juanetes, uñeros o cualquier otra afección, debe acudirse al podólogo.
  3. Dar un masaje (uñas incluidas) con una crema para pies después del baño de pies aportará flexibilidad a la piel, además de ser calmante y drenante.
  4. Cada semana es conveniente eliminar las células muertas (exfoliar). A tal efecto deben ponerse los pies en remojo en agua tibia (y unas gotas de esencia de naranjo). Frotar luego con piedra pómez, secar bien y aplicar, con un masaje ascendente, una crema hidratante rica en germen de trigo.
  5. Cortar las uñas rectas, sin darles forma redondeada, ya que puede provocar uñeros.
  6. Usar limas de esmeril o cartón. Las limas metálicas deshojan y vuelven frágiles las uñas. Evitar limar los costados.
  7. Mantener los pies secos, sobre todo en los casos de transpiración excesiva; en estos casos, es adecuado el uso de algún producto que combata el exceso de sudor.

¿Cuáles son los problemas de pies más frecuentes?

. PIE DE ATLETA: es una infección fúngica que aparece entre los dedos de los pies, provocando picazón, ardor, piel quebradiza y escamosa. Es contagioso y se puede propagar mediante el contacto con una persona infectada o a partir del contacto con superficies contaminadas como toallas, pisos y calzados.

. ONICOMICOSIS: ocurre cuando las uñas están afectadas por hongos. Se da con frecuencia y comienza como una mancha blanca o amarilla debajo de la punta de la uña. A medida que se hace más profunda, puede causar decoloración y engrosamiento de la misma, con el consiguiente deterioro de ésta. El contacto con el hongo no suele ser suficiente, es necesario que haya pequeñas lesiones entre la uña y la piel para que el hongo penetre y se quede ahí.

. UÑA ENCARNADA: es una afección en la que las esquinas o los bordes de una uña del pie crecen dentro de la piel, provocando dolor, enrojecimiento, inflamación o incluso, infección. Generalmente afectan al dedo gordo.

. DUREZAS: aparecen cuando los pies sufren un desgaste y una presión constante en una zona muy concreta, generalmente muy seca, como la parte superior de los dedos o el talón.

. HELOMAS: también conocidos como callos. Se generan por la acumulación de queratina en un punto de la capa superficial, creciendo hacia capas más profundas de la piel del pie.

. HIPERHIDROSIS: es un trastorno crónico que consiste en la sudoración excesiva en la planta de los pies. Provoca una humedad constante en los pies que puede favorecer la proliferación de hongos y bacterias. 

. BROMHIDROSIS: es el mal olor normalmente asociado a una hipersudoración. Se produce por la descomposición o alteración de las bacterias del sudor. Se da más habitualmente en la pubertad, debido a los cambios hormonales. 

. ANHIDROSIS: es la incapacidad para sudar con normalidad. Al no sudar, no se puede disminuir la temperatura, pudiendo provocar un calor excesivo. Provoca una desecación de la dermis, aumentando la producción de durezas y otras patologías.

. VERRUGAS PLANTARES: son proliferaciones cutáneas benignas muy frecuentes (sobre todo en la infancia), transmisibles y causadas por el virus del papiloma humano.

. ESPOLÓN CALCÁNEO: es una patología del talón que surge debido al crecimiento anormal de una parte del hueso que lo forma, originando una prominencia que puede causar dolor intenso en la planta del pie.

. DEDO EN MARTILLO: se caracteriza por la deformación de uno o más dedos del pie, generalmente afecta al segundo dedo, que adoptan una posición doblada hacia abajo, como si fuese una garra.

. JUANETE O ¨HALLUS VALGUX¨: es una deformidad ósea común que surge cuando el dedo gordo del pie se desvía hacia el segundo dedo, provocando una protuberancia en el borde interno del pie. Se desarrolla poco a poco, a lo largo de los años, por lo que, si se trata desde sus inicios, se puede evitar que vaya a más. En caso contrario, provoca una importante deformación.

. PIE GERIÁTRICO: es una patología que engloba una serie de alteraciones en los pies que aparecen en edades avanzadas debido, fundamentalmente, al deterioro del organismo. 

. PIE DIABÉTICO: la diabetes puede provocar alteraciones vasculares que impiden que la sangre llegue correctamente a los pies, haciendo que los tejidos sean menos resistentes, pudiendo ocasionar daños en los nervios y una pérdida de sensibilidad que hace que no noten si tienen dolor o herida. Si no se tiene una higiene y cuidado riguroso pueden aparecer úlceras, infecciones, daños o incluso la destrucción de los tejidos profundos de las extremidades.

Causas de las patologías del pie

Existen diferentes motivos por los que se pueden generar estas dolencias en los pies:

  • La edad, que debilita las articulaciones y las protecciones naturales del cuerpo (como la almohadilla plantar).
  • La herencia genética.
  • Largas estancias de pie, que incrementan el desgaste de esta zona.
  • Uso continuado de calzado inadecuado.
  • Algunas enfermedades.

Existe una gran heterogeneidad de pacientes, siendo los más susceptibles las mujeres de entre 40 y 70 años, amas de casa, deportistas, profesionales que pasan mucho tiempo de pie o personas diabéticas de tipo 2.

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¿Cómo podemos cuidar nuestros pies?

. OBSERVA TUS PIES: es importante hacerlo para detectar cualquier cambio o anomalía. Sobre todo, en pacientes diabéticos y personas con problemas vasculares o neurológicos.

. USA CALZADO APROPIADO: debemos utilizar un calzado cómodo y amplio, que no apriete. No abusar del uso de calzado deportivo, alternándolo con zapatos. Evitar tanto el uso de calzado plano como de zapatos de tacón de más de 4 centímetros. El uso constante y prolongado de tacones puede aumentar hasta cuatro veces el riesgo de sufrir lesiones muscoesqueléticas, ya que todo nuestro peso corporal recae sobre la parte delantera de nuestro cuerpo.

. LLEVA UNOS CALCETINES ADECUADOS: hay que evitar aquellos que nos queden muy apretados o ajustados, así como los que sean de fibras sintéticas, ya que aumentan la sudoración Y el mal olor. Utilizaremos calcetines de algodón para facilitar la transpiración.

. EVITA ANDAR DESCALZO: no es recomendable hacerlo ni en casa, ni en lugares públicos, ya que puede dar lugar a infecciones o lesiones. Tampoco bañarse descalzo en duchas públicas ni piscinas por el riesgo de contraer hongos.

. INTENTA CAMINAR DESCALZO: por la hierba, la arena, sitios seguros o superficies ligeramente rugosas. De esta forma lograremos activar la circulación y relajar nuestros pies.

. LAVA LOS PIES TODOS LOS DIAS: utilizando un jabón ligeramente ácido y agua templada, secándolos muy bien después, sobre todo entre los dedos, para así evitar los temidos hongos.

. HIDRATACIÓN A DIARIO: debemos hacerlo a diario, después del baño o al irnos a dormir, extendiendo una crema específica de pies por toda la superficie del mismo, echando más cantidad en el talón.

. EXFOLIALOS UNA VEZ A LA SEMANA: del mismo modo que exfoliamos la piel del rostro, también debemos exfoliar la de los pies para retirar células muertas y renovarla.

EJERCICIO: Andar descalzo por la playa es muy recomendable; además del ejercicio, la arena ejercerá una suave acción exfoliante. Cabe añadir que andar descalzos sobre la arena o el césped o por el agua descansa también las articulaciones. Entre otros ejercicios recomendados cabe destacar: andar de puntillas, hacer rotaciones de tobillo, intentar coger objetos con los pies, mover los dedos uno a uno o hacer rodar una pelota de tenis bajo los pies (desde la punta de los pies hasta el talón).

. MASAJÉALOS: un masaje diario nos ayudará a activar nuestra circulación, a relajarlos y así mantener nuestros pies sanos. Con 5 minutos diarios, utilizando un masajeador de pies o una pelota u objeto redondo para hacerlo rodar, será suficiente.

. FUERA DUREZAS Y CALLOSIDADES: podemos utilizar piedras pómez o limas (ya sean eléctricas o tradicionales), corta callos, apósitos callicidas…

. CORTA LAS UÑAS CORRECTAMENTE: las uñas deben presentar un aspecto rosado transparente, sin manchas ni rugosidades y deben de cortarse siempre en línea recta, no redondeada. No las cortes demasiado cortas, ni quites las cutículas. Así evitaremos que se encarnen o se infecten.


. LA HIGIENE POSTURAL: es muy importante para unos pies sanos. Evita cruzar las piernas durante mucho tiempo. Si por tu trabajo pasas la mayor parte de la jornada sentada, hazte con un reposapies, para elevarlos cuando estés sentado. Otro consejo podría ser mover los dedos encogiéndolos y estirándolos y también moverlos haciendo círculos con los tobillos.

Recomendaciones naturales y eficaces para unos pies sanos

Incorporaremos a nuestra dieta nutrientes específicos, con importante acción antiinflamatoria como verduras, frutos rojos, pescado azul, especias como la cúrcuma y el jengibre, legumbres, frutos secos y cereales siempre con moderación y de forma equilibrada. Nos aportarán las vitaminas, minerales y proteínas necesarias.

El uso de plantas con acción antiinflamatoria y también venotónica nos ayudan a evitar calambres, hinchazón, hormigueo y son entre otras, Rusco, Hammamelis, Centella asiática. El grosellero negro, potente antiinflamatorio, sorprende su eficacia.

Otra forma de ayudar a mejorar la circulación venosa de las piernas y el confort de nuestros pies se basa en el uso de Aceites Esenciales como la asociación de aceite esencial de romero quimiotipo cineol, jengibre, enebro, pino silvestre y limón.

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