La ingesta de bebidas como agua, té frío y jugos de frutas evitará que tu piel se reseque, acelerando el proceso de rehidratación. La resequedad es una de las principales características de la piel durante el verano, por eso hay que destacar la importancia de mantenerla hidratada, tanto por dentro como por fuera.
. Aumentaremos el consumo de agua a dos o dos litros y medio al día. Es recomendable beberla a pequeños sorbos durante todo el día, sin que esté demasiado fría y sin esperar a tener sensación de sed. Otra opción saludable son las infusiones.
. En verano debemos alimentarnos con una dieta adecuada a las necesidades propias de la época estival, como son la protección frente a la radiación solar y la hidratación. Debe adaptarse a las altas temperaturas, ya que la sudoración, que es el mecanismo de defensa de nuestro organismo ante las altas temperaturas, nos hace perder agua y sales minerales que, de no ser repuestas, pueden llevarnos a la deshidratación. Frutas y hortalizas no solo ricas en agua, también en fibra, vitaminas, minerales y antioxidantes.
Frutas de temporada: paraguayos, melocotones, nectarinas, ciruelas, sandía, melón, cerezas, uvas, piña… Aproximadamente un 80% de su composición es agua.
Hortalizas y vegetales: tomate, lechuga, coliflor, pepino, calabacín, calabaza, berenjena, pimientos, espinacas, berros…
Ácidos grasos omega 3: bonito, sardina, caballa, boquerón, atún, salmón, aguacate, aceite de oliva, frutos secos…
. No consumir bebidas alcohólicas ya que provocan deshidratación.